Si tengo una referente en el
mundo de la moda, esa es Gabrielle Chanel. No sólo por su elegancia y su
sofisticación a la hora de diseñar, sino que siempre tuvo los ovarios bien
puestos para emprender en lo que ella decidiera. Una romántica emprendida, una
valiente y ambiciosa mujer que nos dejó una de las mejores marcas de alta
costura.
Pero no voy a hablar de Coco en
sí, sino que voy a hablar de Chanel. Chanel como marca, Chanel como alta
costura, como perfumes y como joyas. Como la elegancia que representa y como el
lujo en el que pensamos cuando lo pronuncian.
Todo comenzó en 1909, cuando
abrió una pequeña tienda en la planta baja de la vivienda del amante que tenía
en aquel entonces, Étienne Balsan. A aquel lugar acudían hombres de negocios,
de la alta sociedad, acompañados por sus amantes. Todas muy elegantes. Pero
Gabrielle no comenzó con la alta costura, ni con los perfumes ni con las joyas,
sino que comenzó haciendo sombreros para estas mujeres.
Aquella casa y aquella tienda le
dio la oportunidad a Gabrielle de conocer a Arthur Capel, quien terminaría
siendo su próximo amante, y el siguiente año —1910—, juntos abrieron una tienda
en el 31 de la rue de Cambon, en París. Sin dudas, encontró talento en
sus diseños y potencial en ella como diseñadora. Un año más tarde, abrieron la
segunda tienda llamada Chanel Modes.
Y fue entonces cuando Gabrielle comenzó a subir. Su plan fue comenzar a
diseñar atuendos prácticos para la mujer que salieran de lo tradicional, que fueran
informales y cómodos. Ella odiaba lo ostentoso, las mujeres que acudían a París
con vestidos con tratando de llamar la atención, con sombreros enormes y corsés
apretados. Los diseños de Chanel eran simples y elegantes.
Entonces comenzó la Primera Guerra Mundial. El carbón era escaso y las
mujeres comenzaban a trabajar en las fábricas reemplazando a los hombres. Por
eso mismo, necesitaban un uniforme abrigado y que soportara las condiciones
laborales. Comenzó a diseñar chaquetas de franela, faldas, blusas de marinera,
suéteres largos y conjuntos de faldas y chaquetas.
Entre estos diseños, se destacan el típico traje de dos piezas, Chanel N°
5 —su nombre se debe a que era su número de la suerte y el agüero de su éxito.
Además, ella siempre exhibía sus colecciones los cinco de cada mes—, ropa deportiva
y joyas.
Para la Segunda Guerra Mundial, Chanel
se mudó al hotel Ritz de París con su nuevo pretendiente, el oficial nazi
Günter von Kluge. Ese mismo hotel, más tarde, se convirtió en la oficina
central nazi de Francia. Corrieron rumores sobre la colaboración de Gabrielle
con los nazis, fue arrestada y cuando, gracias a Churchill, fue liberada, huyó
a Austria.
Chanel volvió a Francia en 1953 y,
para ese entonces, se dio cuenta de que había perdido popularidad. Había nacido
una competencia: Christian Dior. Durante los 40 y los 50, había sido
tendencia el “Nuevo Look” y, como ya estaba perdiendo popularidad, Coco a sus
71 años decidió regresar a por todo y se convirtió en la marca líder en la industria
de la moda. La marca creó el Traje Chanel, que es base para muchas de
sus colecciones. En 1955, presentó los bolsos 2.55 —hechos de cuero acolchado
con asas de cadena— y ese mismo año lanza su primera colonia para hombres.
Gabrielle falleció el 10 de enero
de 1971, y los rumores dicen que diseñó y trabajó hasta el día de su muerte. La
marca quedó en manos de Yvonne Dudel, Jean Cazaubon y Phillippe Guibourge.
El diseñador que quedó al mando,
hasta el día de su muerte en el 2019, fue Karl Lagarfeld, terminando así su
contrato con la marca Chloé. En la actualidad, la casa comunicó que su sucesora
sería Virginie Viard, quien había sido su mano derecha durante muchísimo tiempo:
"Karl sueña con algo y ese es
el punto de partida. Yo trato de hacerle feliz y de darle confianza para que
logre los mejores resultados. Al mismo tiempo, en comparación con otras marcas,
nosotros tenemos la gran herencia de Coco Chanel".
Xo, F.